LOS IMPACTOS DEL COVID-19 EN EL SERVICIO AEROPORTUARIO 381 Un repaso cronológico de las principales medidas tomadas por los Estados Contratante del Convenio de Chicago, relativamente a la industria de la aviación civil - reitero, unilateral y descoordinadamente en muchos casos -, resulta sumamente ilustrativa de la carrera contrarreloj, desatada para combatir el COVID-19. Hacia el 20 de enero, Cathay Pacific Airways dispuso el uso de máscaras faciales protectoras de sus tripulaciones en los vuelos a China, Korean AirLines comenzó a proporcionar trajes de materiales especiales para la tripulación en aviones y Tway Air retrasó los planes para lanzar una nueva ruta de Incheon a Wuhan. En Hong Kong, la autoridad aeroportuaria ordenó de desinfectar aeronaves y la terminal donde llegaban pasajeros procedentes de Wuhan. En los principales aeropuertos de Singapur, Japón, Australia, India, Italia y el Reino Unido, se incrementó la vigilancia de todos los pasajeros procedentes de China, imponiendo a los viajeros y tripulaciones en la llegada, el deber de informar a las autoridades acerca de su estado de salud y síntomas propios del virus. A su vez, en el Aeropuerto Internacional Noi Bai de Hanoi, el gobierno impuso la medición con escáneres térmicos, de la temperatura corporal de los pasajeros. Así, de repente, finalizando el mes de enero, las decisiones de suspender vuelos y de cerrar o limitar el uso de los espacios aéreos y aeropuertos habían dejado de circunscribirse a la región de Medio Oriente y el Golfo Pérsico, a raíz del derribo, en la ciudad de Teherán del vuelo 752 de Ukranian Airlines, por misiles lanzados por las Fuerzas Armadas de la República Islámica de Irán, el día 8 de enero pasado, en el que perdieron la vida los 176 viajeros, turistas y tripulación iraníes, canadienses, ucranianos, suecos, afganos, alemanes y británicos. El COVID-19 había cambiado el centro de la tensión mundial y varias aerolíneas habían comenzado a reducir los vuelos a territorio chino. El 28 de enero, British Airways anunció la suspensión total de vuelos a China continental. Fue apenas, el puntapié inicial. Le siguieron Lion Air, Seoul Air, la aerolínea de Georgia, de Kazajistán, Lufthansa, Swiss y Austrian Airlines. Dice el escritor y poeta español Benjamín Prado, “la última gota no es la única responsable por el derrame del vaso”. En el medio del caos, la inevitable última gota, finalmente llegaría y el sistema de aviación civil internacional, colapsó. En los Estados Unidos se dispuso la prohibición de viajar a Europa, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 una pandemia, comunicando niveles alarmantes de propagación y la gravedad de la situación. Luego Argentina y varios países sudamericanos dictaron sus propias normas de restricciones de vuelo, y así se fue sucediendo, prácticamente, por todo el planeta.
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